jueves, 2 de junio de 2011

#16

Cada vez que huelo el asfalto, pienso en Maureen. Esa fue la última sensación que tuve antes de desmayarme: el penetrante olor del asfalto. Y lo primero que vi cuando desperté fue su cara. Dijo que arreglaria mi moto. Gratis. Sin letra pequeña. Deberia haber sabido entonces que las cosas nunca son tan sencillas. Sí, cuando pienso en Maureen, pienso en dos cosas: asfalto... y problemas.

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