lunes, 25 de julio de 2011

#47 La fin

La conocí una mañana, tras una guitarra y brotó de sus labios aquella tonada, como si fuera una maldición. Ya no pude olvidarla, y podría volver y podría decir que las cosas van bien allá por el norte, y omitir que allí una extraña mujer me enseño que no hay bien que por mal no venga.

Y aunque yo preguntaba ella siempre callaba o decía: No quieras saber de mi vida, no me hagas hablar, que si bebo es para olvidar.

Desde ese día aquella melodía se aferra a mi alma, arrancarla resulta imposible, pues resuena con la persección de un recuerdo terrible y hoy, cuando intento escribir nuevos versos, de frente me encuentro tan solo con desilusiones y ahora sé con certeza que no escribiré más canciones.

Y aunque yo preguntaba ella siempre callaba o decía: No quieras saber de mi vida, no me hagas hablar, que si vivo es para olvidar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario