viernes, 9 de marzo de 2012

#106 Souvenirs

Ingerida media hora antes del cierre, aquella segunda dosis de soma había levantado un muro impenetrable entre el mundo real y sus mentes. Metidos en su frasco ideal, cruzaron la calle; igualmente enfrascados subieron en el ascensor al cuarto de Henry, en la planta número 28…

A la razón del soma empezaba ya a producir efectos. Los ojos brillaban, las mejillas ardían, la luz interior de la benevolencia universal asomaba a sus rotros en forma de sonrisas felices, amistosas.

Por tercera vez la copa del amor hizo ronda. Una sensación de calor irradió, enternecedora, desde el plexo solar de todos los miembros de cada uno de los cuerpos de los oyentes; las lágrimas asomaron a sus ojos; sus corazones, sus entrañas, parecían moverse en su interior, como dotados de vida propia…

se fundían….
se disolvían….


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