martes, 27 de marzo de 2012

#118 sobres de cartas

El sol se había escondido ya, y ella, descalza y fría, contemplaba por la ventana el oscuro atardecer de aquel día al final del verano. Sus ojos parpadeaban extenuados mirando fijamente el último trozo de cielo que aún seguía iluminado, y veían como poco a poco aquel fulgor dorado se deshacía en oscuridad para regresar osado y afanoso a la mañana siguiente. Mientras, en sus oscuras pupilas se reflejaba el resplandor que aún quedaba y, tras un leve y efímero suspiro, se hizo la oscuridad.

Por unos instantes apartó la vista hacia atrás y veía como su cama todavía retenía el calor de aquél que se había sosegado en aquel lugar hacía apenas unas horas, y lentamente le abordaban los recuerdos. Tras una fracción de segundo lo percibió, percibió aquel aroma que tanto le recordaba a él y en silencio esbozó una tímida sonrisa que terminó en un bostezo.

Ya de madrugada abrazó su almohada y se sintió protegida, sonriente cerró sus ojos e inspirando el último suspiro de su aroma, se quedó dormida hasta la mañana siguiente en la que se volverían a reencontrar.

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